Vamos a profundizar, aprovechando la riqueza espiritual de Santa Teresita del Niño Jesús, en el mandamiento nuevo que Jesús vino a dejarnos. Esta reflexión, centrada en el mandamiento nuevo según Santa Teresita, te invita a saborear con calma su propuesta de amor sencillo y radical para poder tener una oración reposada, muy cerquita del Señor. Esperamos sea de vuestro provecho.
Este año Dios me ha concedido la gracia de comprender lo que es la caridad. Es cierto que también antes la comprendía, pero de manera imperfecta. No había profundizado en estas palabras de Jesús:
El segundo mandamiento es semejante al primero, amarás al prójimo como a ti mismo.
Yo me dedicaba sobre todo a amar a Dios. Y amándolo, comprendí que mi amor no podía expresarse tan solo en palabras, porque “no todo el que dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de Dios”.
Un mandamiento nuevo nacido del amor eucarístico
Y esta voluntad, Jesús la dio a conocer muchas veces, debería decir casi en cada página de su Evangelio. Pero, en la última Cena, cuando ya sabía que el corazón de sus discípulos ardía con un amor más vivo hacia Él, que acababa de entregarse a ellos en el inefable misterio de la Eucaristía, aquel Dulce Salvador quiso darles un mandamiento nuevo. Y les dijo con inefable ternura:
Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros, que os améis unos a otros igual que Yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois mis discípulos será que os amáis unos a otros.
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Amar como jesús ama
¿Y cómo amó Jesús a sus discípulos? ¿Y por qué los amó? No, no eran sus cualidades naturales las que podían atraerle. Entre ellos y Él, la distancia era infinita. Él era la ciencia, la sabiduría eterna. Ellos eran unos pobres pescadores, ignorantes y llenos de pensamientos terrenos.
Sin embargo Jesús los llama sus amigos, sus hermanos. Quiere verles reinar con Él en el Reino de su Padre. Y para abrirles las puertas de ese Reino, quiere morir en una Cruz, pues dijo: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos”.

El verdadero amor al prójimo
Meditando estas palabras de Jesús –continua Teresa–, comprendí lo imperfecto que era mi amor a mis hermanas. Y vi que no las amaba como las ama a Dios. Sí, ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los pequeños actos de virtud que les veamos practicar”.
Pero sobre todo comprendí que la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón:
“Nadie enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa”.
Yo pienso que esa lámpara representa la caridad que debe alumbrar y alegrar no solo a los que me son más queridos, sino a todos los que están en la casa, sin excluir a nadie.
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Amar como él nos ha amado
Cuando el Señor mandó a su pueblo amar al prójimo como a sí mismo, todavía no había venido a la tierra. Por eso, sabiendo bien hasta qué grado se ama uno a sí mismo, no podía pedir a sus criaturas un amor mayor al prójimo.
Pero cuando Jesús dio a sus apóstoles un mandamiento nuevo –su mandamiento, como lo llama más adelante–, ya no habla de amar al prójimo como a uno mismo, sino de amarle como Él, Jesús, le amó y como le amará hasta la consumación de los siglos…
Papa francisco sobre el mandamiento nuevo del amor

Debemos pedir al Señor que nos haga comprender bien esta ley del amor. Cuán hermoso es amarnos los unos a los otros como hermanos auténticos. ¡Qué hermoso es! Hoy hagamos una cosa: tal vez todos tenemos simpatías y no simpatías; tal vez muchos de nosotros están un poco enfadados con alguien; entonces digamos al Señor: Señor, yo estoy enfadado con este o con esta; te pido por él o por ella. Rezar por aquellos con quienes estamos enfadados es un buen paso en esta ley del amor. ¿Lo hacemos? ¡Hagámoslo hoy!